De vez en cuando hay que sustituir paisaje por espejo y mirarse en
silencio para reconocerse, que es ese profundo volver a conocerse.
Aprender a hablar con uno mismo, reflejarse en el propio cerebro,
abrirse en poro y piel, penetrarse en dulce y hiel. Saber verse,
husmearse, criticarse y quererse. Hablarse, hacerse preguntas y
preguntarse, parirse respuestas y responderse.
No te equivoques: a no ser que ya te hayas definitivamente vendido en la
gran feria de los abolorios humanos, nunca estarás sólo. Al final,
siempre quedarás tú para encontrarte contigo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario