Tengo miedo. Miedo de la palabra nunca. De pensarla, de decirla en voz
alta. Siempre es una cantidad de tiempo que te hace sentir pequeña, pero
nunca... Nunca es una palabra que se te coloca en la garganta y te
oprime el pecho.
Si la pronuncias mucho rato y la miras fijamente, pierde todo el sentido
para convertirse en una palabra más, pero piensa por un momento en su
significado. Aterra.
Pienso en ti y me viene a la cabeza esa palabra. Y lo peor es que no
aprendo de mis errores, que veo la piedra y tropiezo a drede con ella. Y
no una ni dos veces, muchas más. A lo mejor mi historia está destinada a
ser trágica. A lo mejor la vida no es un libro de aventuras. A lo mejor
es una decepción tras otra.

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